Sus padres fueron Juan Víves y la señora Marie Anne Gourieux quienes se asentaron en la ciudad de San Francisco, California,
donde se conocieron y se casaron cuando el Oeste norteamericano era apenas poblado y conquistado por los anglosajones. El
padre de nuestro personaje se desempeñó en aquel entonces como alguacil y fue herido de bala en diversas ocasiones, debido
a lo cual decidieron embarcarse al puerto de La Paz, ciudad a la que conocían de oídas y que sabían era
menos cruenta y más tranquila para vivir.
En 1862 se establecen los Víves Gourieux en La Paz, donde
instalaron un restauran de cocina francesa, una pastelería-panadería y unos billares, lo que les da la oportunidad de sostenerse
y progresar en el ámbito económico.
Como se lo decíamos, no se sabe a ciencia cierta si el señor Gastón J. Víves nació en el puerto o llegó a la edad de
tres años procedente de San Francisco con sus padres, lo que sí es un hecho real es que en La Paz nació su hermano Edmond y que ambos siempre se reconocerían como mexicanos y sudcalifornianos.
Al cumplir los 20 años el joven Gastón fue enviado por su familia a Paris para que aprendiera la lengua de origen de
sus padres y estudiara la carrera de medicina, que después abandonaría para estudiar bioquímica. Así tuvo oportunidad de conocer
mucho sobre los moluscos bivalvos en la naciente materia de acuacultura que se presentaba al mundo de entonces como una opción
real para la explotación de ésta especie, que es muy apreciada por los franceses y forma parte de los manjares de la alta
cocina de ese país europeo.
A finales de 1880 fallece en La Paz su padre, el señor
Juan Víves, debido a lo cual el joven Gastón tuvo que regresar de Francia e interrumpir sus estudios para ayudar a su madre
a salir adelante con los negocios de la familia.
De regreso, nuestro personaje ya había aprendido a bucear con escafandra y se interesó entonces en la importancia de
la explotación de las ostras de madreperla, sobre todo porque se dio cuenta de la factibilidad de su cultivo en los mares
sudcalifornianos, lo que en su momento le marcó la pauta sumado ello a su espíritu emprendedor para ir fraguando lo que sería
la meta más importante de su vida: cultivar en gran escala la madreperla. Para esas alturas, ya contaba con algunas nociones
científicas.